Cuando tuvimos nuestro primer bebedero para colibríes, lo colgamos fuera de la ventana y por su diseño era común también ver a algunas abejas disfrutando del néctar que con tanto amor les preparamos. Tanto los colibríes y las abejas podían tomar juntos sin ningún inconveniente.
A principios de enero de 2020 hizo un hermoso día soleado,
el cielo tenía un hermoso azul y estaba despejado. Una abeja estaba en el
bebedero cuando llegó una hermosa mariposa. Era la primera vez que veíamos una
mariposa acercarse a probar nuestro néctar, volaba y sus alas contrastaban con
el azul de cielo, se alejaba y volvía. Durante un largo tiempo se quedó junto
con la abeja bebiendo néctar. En ese momento un colibrí se acercó al bebedero y
la mariposa desplegó sus alas haciendo que el colibrí se asustara y se alejara.
El ave lo intentó varias veces y la mariposa seguía abriendo sus alas haciendo
que el colibrí no volviera.
Ese día en el bebedero había suficiente para la abeja, la
mariposa y el colibrí, también tenían todos mucho espacio para poder tomar néctar
sin incomodar al otro. La mariposa asustó tanto al colibrí para alejarlo
mientras ella estaba ahí, sin saber que todos podían disfrutar de aquel delicioso
suministro, sin saber que el colibrí volvería ese día en la tarde y los días
siguientes. Aquella forma de abundancia llena de amor que hay de sobra y que
también podemos disfrutar nosotros pues la divinidad la ha dispuesto para
todos, solo debemos conectar con ella, manifestarla, co-crearla y agradecerla.
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